A fines de diciembre de 2019 se informó en todo el mundo que un médico de la ciudad de Wuhan, China, detectó una nueva cepa de virus y alertó sobre los riesgos de una epidemia. Días después ese médico murió y poco a poco se entendió que se iniciaba una etapa de contagio desbordante de un nuevo coronavirus que ya había tenido versiones en décadas anteriores, por lo que, a fines de enero de 2020, el gobierno chino decidió construir en diez días un hospital especializado para atender a los contagiados, incluyendo el uso de aparatos de respiración mecánica. Simultáneamente se estableció el confinamiento en las casas para disminuir y detener la tasa de difusión de la enfermedad que fue denominada Covid-19.
El confinamiento prolongado de la población trajo consigo un gran impacto psicológico y una gran afectación económica que también dañó la situación psicológica individual y colectiva de niños, adolescentes, jóvenes, adultos maduros, adultos mayores, familias, escuelas, centros de trabajo, comunidades, pueblos, naciones y de la humanidad como un todo. Es posible que los daños psicológicos y económicos sean causa de mayores datos de morbilidad y mortalidad que los que se atribuyen directamente al coronavirus.
La hoja informativa de este mes se acerca al tema de la psicología en la covid-19.
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